7 a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro
perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de
alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
8 A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de
momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa;
9 y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas.
10 Sobre esta salvación investigaron e indagaron los profetas, que
profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros,
11 procurando descubrir a qué tiempo y a qué circunstancias se refería
el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando les
predecía los
sufrimientos destinados a Cristo y las glorias que les seguirían.
12 Les fue revelado que no administraban en beneficio propio sino en
favor vuestro este mensaje que ahora os anuncian quienes os predican
el
Evangelio, en el Espíritu Santo enviado desde el cielo; mensaje que
los
ángeles ansían contemplar.
13 Por lo tanto, ceñíos los lomos de vuestro espíritu, sed sobrios,
poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la
Revelación de Jesucristo.
14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes,
del tiempo de vuestra ignorancia,
15 más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también
vosotros sed santos en toda vuestra conducta,
16 como dice la Escritura: = Seréis santos, porque santo soy yo. =
17 Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada
cual según sus obras, conducíos con temor durante el tiempo de
vuestro
destierro,
18 sabiendo que = habéis sido rescatados = de la conducta necia
heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o = plata, =
19 sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin
mancilla, Cristo,
20 predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los
últimos tiempos a causa de vosotros;
21 los que por medio de él creéis en Dios, que le ha resucitado de
entre los muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra
esperanza estén en Dios.
22 Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la verdad, para
amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos
intensamente unos a otros con corazón puro,
23 pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino
incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente.